EL VIOLINISTA CALLEJERO

 


No desdeña ningún espacio

el violinista callejero.

Hoy, sentado en su taburete,

realza una modesta esquina,

como también en otras ocasiones

alguna silenciosa plaza

o calle concurrida.

            Apoya firmemente

el violín sobre el hombro

y con dulzura inclina su cabeza:

fusión del violinista y su instrumento

en compacta emoción,

ninguno existe por sí mismo.

Frote frenético del arco

sobre las cuerdas, cálidos sonidos

de imperceptibles alas en la noche.

Un sinuoso vuelo de notas

que alcanza a mis fibras más íntimas,

que deja un poso de quietud

y mudas sensaciones que no sé descifrar.

Notas que en su largo trayecto

se van debilitando

y exploran su lugar

en la rugosa y amplia partitura del campo.

No vibrarán al efusivo aplauso

de un repleto auditorio,

sí a las joviales gotas de rocío

que se ofrecen a la mañana.


(Flujos de voz que no cesan)


                                                                          Manuel Aguilera Serrano

7 comentarios:

  1. Precioso, Sr. Manuel. Una técnica sublime.

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  2. Manuel tu poema que me ha gustado mucho con bonitas imágenes como "los cálidos sonidos de imperceptibles alas". "Notas que exploran su lugar en la rugosa y amplia partitura del campo". Además describes el efecto que produce en tu yo íntimo, en tu espíritu el sonido del violín "Un sinuoso vuelo de notas que alcanza a mis fibras más íntimas , que deja un poso de quietud y mudas sensaciones que no sé descifrar".
    Enhorabuena. Un abrazo

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    Respuestas
    1. Gracias, Fernando, por tu buen comentario. Me alegro de que te haya gustado.

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