El
exiliado mira hacia el pasado, lamiéndose
las heridas; el inmigrante mira hacia
el futuro,
dispuesto a aprovechar las
oportunidades a su
alcance.
Isabel Allende
Sí, vaciados de
fuera, propietarios
de nada que no
sea la miseria;
mas de
tribulación, anegados por dentro.
El silencio nos come
poco a poco
en el caparazón
de esta tortuga,
que va horadando
muros de tiniebla
que ha
construido la noche.
Caparazón de
cuellos,
flexibles, de
latidos
como golpes de
mazo.
El destino,
lejano e inseguro.
Hay que padecer
hambre
para ofrecerse
como fácil presa
sobre un abismo
hambriento.
Hay que estar
desvalido para huir
con desgarros de
amor.
Escuchen el
lamento,
ayuden a quemar
estos
ignominiosos cascarones,
y que calienten
nuestras frías almas.
Aprenderemos
todos
a sentirnos
personas.
«Y no podrán
vivir
los reyezuelos
sin sus dientes de oro,
ni reinar con
coronas oxidadas».
Y siempre dueños
de nosotros mismos.
«Amén».
Amén.
(Y entre los abrojos pájaros de luz)
Manuel Aguilera
Precioso
ResponderEliminarAmén.Gracias, Manuel.
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