EN LA RETINA

 


Conservo en la retina lo que puedo

llevarme de ti, pueblo de mi infancia.

Insaciable, lo intento todo, piedra

a piedra, sentimiento a sentimiento,

y no puedo evitar que te derrames.

 

Pero, ay, tu luz me llega más cansina.

Esa luz, joven, que se precipita

por los adarves y ágil va ascendiendo

hasta las más lejanas cumbres. Luz,

no atrapada, que deja

jirones en los verdes olivares,

en las sombrías faldas de los montes,

en las tonalidades de las sierras…

 

Color me vas perdiendo. Casi en blanco

y negro ya tu imagen.

Dime que tú nunca envejeces. Dime

que por siempre reluces, que soy yo,

a lo largo del tiempo, jadeante y cansado.

(Manuel Aguilera, Y entre los abrojos pájaros de luz, Ediciones Rilke)

LA MIRADA AL FRENTE

 

… ¿Y volver la cabeza condoliéndote

de todo lo que dejas?

Solamente verás subir el humo

del tiempo consumido.

Sigue adelante, no te preocupes.

Si un sentimiento late en la ceniza

y te busca: unas lágrimas, un beso,

una caricia…, desplegando el vuelo

te alcanzará a lo largo del camino.

 

No mires para atrás. El tiempo consumido

o deja una frialdad que congela el aliento

o extrema consunción,

absoluto vacío

en estatua de sal.

 

Al frente la mirada,

a un tiempo por venir en continuos instantes.

No vas solo si miras a los lados.

Formas parte de un vasto corazón

latiendo intensamente hacia la luz sin término.

(Manuel Aguilera, Y entre los abrojos pájaros de luz, Ediciones Rilke)

EL VIOLINISTA CALLEJERO

  No desdeña ningún espacio el violinista callejero. Hoy, sentado en su taburete, realza una modesta esquina, como también en otra...