EL TIEMPO QUE NOS DESHABITA

 Por esas galerías del recuerdo,

has paseado tú

mismo, y has comprobado

qué débil se sostiene lo que entonces

fue fulgente presente.

Somos reminiscencia —reflexionas—

de efímeros presentes, y te afliges

al recordar amistades, pasiones

y reuniones enfriadas.

Nada, sin el recuerdo, y te detienes

para palpar su desteñido fondo

inspeccionando qué queda de ti,

con sensación de insondables raíces,

de vientos arenosos, de desierto.

No, a los recuerdos no

los empapa la lluvia.

La lluvia nunca es huésped

en esas galerías del recuerdo.

Deja ya de escarbar

ciegamente en el polvo:

el tiempo sin aprecio deshabita. 


(Entre luces, sombras y ecos de ausencias, ed. Vértice, 2011)

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