Llamaba a la puerta, no se abría.
Noche de teatro vacío,
de luz acre en fluorescencias de güisquerías y hoteles.
Sin sentirse acogidos en las miradas,
se cruzan
los últimos peatones taconeando
los ijares de las aceras
mientras el silencio chupa las ubres de las calles.
Un presente romo se arrastra bajo el firmamento,
que no parpadea… Desnudo,
jirones de piel sin mano
para acogerlos en ramillete.
¿Hay alguien?… ¿Hay alguien?…
Vejiga suelta sobre paraguas que insinúan un vuelo,
presunción de un taxi con algún destino,
habanera que acongoja el entorno de un antro.
Todo oprime en redondez lamiéndose las esquinas.
En cama sin sueño, los aguijones de la hora (5:30)
punzan pies fríos.
Llamaba a la puerta, no se abría.
(Notas de arpa en vuelo,Perea Ediciones, 2018)
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