Sombras desafían al fondo.
Se diluye el tiempo en colores.
La tarde se arrebuja
en mágicos dibujos.
Sin pulsaciones, ya motivos
de marina las jábegas
en lo álgido del movimiento.
El aire, que no excita
la piel. Las olas, espumas sin voz.
Los pescadores, atraídos
en el brocal del sueño.
Apenas se mantiene el pábilo.
(Calle de la mar sin número, ed. Vitruvio, 2013)
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