ESTACIÓN DE DESTINO

  

                         Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
                  Colgada del imponente monte, apenas detenida
                  en tu vertical caída a las ondas azules.
                                                                                                                                 V. Aleixandre

 

Llegas como en oleada a un paraje desconocido.

Te sorprende la luz,

que va tanteando el lomo de los montes

hasta expandirse por el litoral

y que huye entrelazándose

con los festones de las olas.

En la orilla las barcas en éxtasis al largo poema de la mar.

El verde se descuelga de la altura

en presuroso alud con dirección al parque.

 

Llegas a una ciudad transcendida

por el verso y la pintura.

El poeta concibe el nombre en su fantasía de niño,

y el pintor la sustancia en vuelo de paloma:

Ciudad del Paraíso, aleteando

en el azul sobre lo inmenso,

estación de destino

en la antesala de lo absoluto.

Ya tan solo un saltar,

sin temblor de vacío,

hacia un beso sin labios,

hacia una caricia sin roce.


Alza el murmullo el Guadalquivir, que siempre está llegando.


(Notas de arpa en vuelo, Perea Ediciones, 2018)



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