LA POESÍA Y LOS POETAS (Prólogo a "Notas de arpa en vuelo")

    Al ponerme a escribir estas líneas prologales para el libro Notas de arpa en vuelo, de Manuel Aguilera Serrano, ganador del premio Jorge Manrique en su segunda convocatoria, me han llegado a la memoria palabras de Hans Magnus Enzensber, uno de los poetas y ensayistas germanos más interesantes de los últimos tiempos. Decía en uno de sus artículos que desde su punto de vista la poesía es omnívora, que no hay tema alguno del que no se pueda hacer un poema, "sea el buen Dios, una mujer, una piedra, un fenómeno político, incluso de cosas totalmente cotidianas". Y entiendo, sin duda, que así es en verdad; sobre todo, porque la creación poética se produce en la interioridad del poeta, que es donde vive y alienta la poesía. De ahí que la poesía y el lenguaje sean tan complejos y profundamente coordinados.

    En tras partes agrupa Manuel Aguilera Serrano el poemario de su libro: De sus cuerdas espurios sonidos, Sonido errante y En vertical vuelo. El poeta nos advierte del compromiso adquirido no sólo con el mismo, sino, a la vez, con los lectores, porque uno de los fundamentos de su poética no es únicamente el de abordar, desde la fortaleza de su imaginación, el alcance de sus sentimientos que le llegan del diario vivir, sino también, y de manera preferente, el efecto que sus versos puedan producir en quienes los lean. Se trata de una dimensión añadida que reconstruye y trasciende la importancia de su trabajo. Ya lo advierte desde el principio con esta dedicatoria "Al lector, / que con sus ojos invisibles / siento en mis poemas. / Sin él la poesía no es / fruto en sazón".

    "El silencio, las tinieblas, el abismo"... Sucede que la dramaturgia y el sentido pleno de la lírica se acompañan y complementan a lo largo de Notas de arpa en vuelo, título que no puede ser más apropiado. También, como San Juan de la Cruz, Manuel Aguilera Serrano intenta y consigue volar alto para dar alcance a sus propósitos, o como sucede al Jorge Manrique, procura despertar las almas dormidas: son funciones principales de la poesía y de los poetas. Leyendo Notas de arpa en vuelo he recordado muchas proyecciones de la poesía y de los poetas de este y de todos los tiempos; por ejemplo, desde otras latitudes, me han venido a la memoria palabras de George Steiner: "El poema que vive en nosotros vive con nosotros y tiene que ver con una función mucho más profunda que la del cerebro, pues representa la sensibilidad, la personalidad de quien lo ha escrito y del lector".

   Bien venidos sean los premios, como sucede en este caso, que alumbran libros de la calidad de Notas de arpa en vuelo y difunden a poetas como Manuel Aguilera Serrano, nacido en la ciudad cordobesa de Priego y residente en Málaga, donde ha ejercido y aún ejerce la enseñanza. Desde las conversaciones telefónicas que hemos mantenido se percibe su amplia formación humanística y su buen gusto por la literatura. Este premio, junto a otros que ya ha obtenido, confirma sus convicciones literarias, sus muchas y variadas lecturas y su profundo sentido de la realidad, ese fenómeno que nos envuelve y abruma. Él sabe que el mayor aliado de los falsos quijotes es la ignorancia de los sanchos y sabe que la poesía es la sal de la vida. "Los sueños que se abortan dejan cunas vacías", podemos leer en este libro.
    
           Manuel Aguilera Serrano nos acerca al vuelo musical de su poesía, a los resplandores de la trascendencia, pero también al impacto humano de la realidad, quizá recordando estas palabras de Freud: "Incluso el principio de placer no es más que una astucia desplazada del principio de la muerte". Aguilera Serrano, autor de pulso firme, de estilo decantado, entiende la poesía "como una vibración clara y sonora del alma", evocando a Ángel Ganivet en Los trabajos de Pío Cid. Terminará su libro manifestando que los avatares del tiempo pueden plegar nuestras aspiraciones de vuelo, que aunque el ideal de la vida consiste "dar a la caza alcance", como quería Juan de Yepes, también la dramaturgia y los vaivenes que tanto nos condicionan a los seres humanos sean tenidos en cuenta: "¿Por qué de la realidad huyes / si al fin hay que aceptarla?"

                                                         
                                                           JOSÉ LÓPEZ MARTÍNEZ

                                                    Director General de la Asociación
                                                    de Escritores y Artistas Españoles



UNA CUERDA DEL ARPA

Dedos sin plectro pulsan la cuerda,

se alza el sonido buscando afinarse.

No se esfuma

en la materia que lo acoge,

persiste en su temple de salida.

 

Es Juan de la Cruz en vuelo

de alcance que sube la escala

a salto limpio de gacela

por ríos y lomas,

por montes y serranías…

Deseo ardoroso que desborda

neblinas de tardes, frío

de noches y mañanas.

 

Sutil tacto que enamora,

que inculca anhelo al sonido.

Depurado, no hay volumen cósmico

por donde no ascienda

entre oleadas de ritmo.

 

Gozosa subida.

El efecto se diluye

en la quietud de su causa:

quedeme y olvideme,

el rostro recliné sobre el Amado.

 

El tiempo pliega alas. 


(Notas de arpa en vuelo, Perea Ediciones, 2018)

TUYO

Todo recupera su prestancia,

las flores del jarrón, oprimidas,

los asientos, fríos de espera,

los muebles, extraños en su entorno,

cuando llamas con tu forma peculiar

golpeando la puerta con los nudillos.

Y me reconozco

en el timbre de mi voz,

el del apasionado «te quiero»

de todas las mañanas.

En el calor de mis brazos,

el mismo que siempre te acoge.

Me reconozco en ti, sábelo,

con tan solo tu presencia.

 

En mí has conseguido una parcela.

Ya te pertenezco tanto

como para sentirme en minoría

si discuto contigo.

Poca porción me dejas,

mas cuánto me engrandece.

Agrándame hasta el fin siendo todo tuyo.


(Notas de arpa en vuelo, Perea Ediciones, 2018)

DESDE LA OTRA ORILLA

Pasa el amor con arrullo de arroyo.

A su encuentro salimos por diferente orilla.

Anhelante mi mano por alcanzar la tuya:

¡a unos centímetros de rozarla!

 

Tiemblan mis dedos por el gozo escapado.

Tiemblan los tuyos por frialdad del vacío.

Cercanas y distantes, nuestras pupilas

farolas de luz quebrada.

 

Me arquearé como árbol desde mi torre

para formar puente contigo,

sin espacio que nos separe.

Sí, algunos centímetros para que perciba

que tú también me amas.


(Notas de arpa en vuelo, Perea Ediciones, 2018)

LLUVIA

La tarde, ebria de nubes,

va cobijando en su grisáceo sauce

de húmedos dedos el verdor del parque

—alzado en luz de farolas—,

donde hermanábamos las dudas

y desenvolvíamos los sueños

de sus papelillos de colores.

Va cobijando indómitos bloques

de hormigón,

irregulares tejas de casas…

Rebotes en cornisas, paraguas, envolventes

la agotan sobre charcos

que oprimen descaradas suelas.

Huyen

por las alcantarillas los acúmulos de agua.

Voces infantiles, que fintan recodos,

acaparan sus últimas caricias.

 

Todo parece que se asoma

por primera vez a la existencia

cuando un aire nuevo, límpido,

excita con su roce las superficies:

se vislumbran los álamos del río,

el monte agazapado en lejanía…

Y es el pájaro el único

que puede responder al son del agua

sobre el nervio de las hojas.

El único que puede registrar

los matices tonales en cada árbol.


(Notas de arpa en vuelo, Perea Ediciones, 2018)

PAPIROFLEXIA

¿Quién ha creado ese barquito que enfila la acequia?,

¿quién ha creído en tanta debilidad

que se aturde en recodos del trayecto

ante una hoja,

una piedra,

una caña?…

Fluctúa, pero sigue, sigue

hasta la quietud de una huerta

y al pie de un manzano reposa.

La lluvia estacional lo macera,

y aguarda alambique de raíces

que lo eleve.

Viajará, leve esencia, en brazos de luz.  


(Notas de arpa en vuelo, Perea Ediciones, 2018)

ESTACIÓN DE DESTINO

  

                         Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
                  Colgada del imponente monte, apenas detenida
                  en tu vertical caída a las ondas azules.
                                                                                                                                 V. Aleixandre

 

Llegas como en oleada a un paraje desconocido.

Te sorprende la luz,

que va tanteando el lomo de los montes

hasta expandirse por el litoral

y que huye entrelazándose

con los festones de las olas.

En la orilla las barcas en éxtasis al largo poema de la mar.

El verde se descuelga de la altura

en presuroso alud con dirección al parque.

 

Llegas a una ciudad transcendida

por el verso y la pintura.

El poeta concibe el nombre en su fantasía de niño,

y el pintor la sustancia en vuelo de paloma:

Ciudad del Paraíso, aleteando

en el azul sobre lo inmenso,

estación de destino

en la antesala de lo absoluto.

Ya tan solo un saltar,

sin temblor de vacío,

hacia un beso sin labios,

hacia una caricia sin roce.


Alza el murmullo el Guadalquivir, que siempre está llegando.


(Notas de arpa en vuelo, Perea Ediciones, 2018)



ESTACIÓN DE CERCANÍAS

Llamaba a la puerta, no se abría.

 

Noche de teatro vacío,

de luz acre en fluorescencias de güisquerías y hoteles.

 Sin sentirse acogidos en las miradas, 

se cruzan

los últimos peatones taconeando

los ijares de las aceras

mientras el silencio chupa las ubres de las calles.

 

Un presente romo se arrastra bajo el firmamento,

que no parpadea… Desnudo,

jirones de piel sin mano

para acogerlos en ramillete.

¿Hay alguien?… ¿Hay alguien?…

 Vejiga suelta sobre paraguas que insinúan un vuelo, 

presunción de un taxi con algún destino,

habanera que acongoja el entorno de un antro. 

Todo oprime en redondez lamiéndose las esquinas.

 En cama sin sueño, los aguijones de la hora (5:30) 

punzan pies fríos.

 

Llamaba a la puerta, no se abría.


(Notas de arpa en vuelo,Perea Ediciones, 2018)

CANCIÓN DE NOCHEVIEJA

Se deja caer el día como niño en los brazos maternos.

El aire palpa maderas buscando alguna rendija.

Lo presiente el perro, dormido, con suave tic de orejas.

Lo presienten los troncos que crepitan en el fogón.

    El fuego, boca de imán, seduce espacios y tiempos.  

En corro danzarín de colores,

saltan y giran verdes, azules, rojos,

que se extenúan en la poderosa agitación

del amarillo. En su honda quietud,

el río Bembézar entre montañas encorvado,

el estrecho caminito, cicatriz en el verde.

El hombre de pelo hirsuto, de paso cadencioso,

que sube, que baja la calle, siempre a la misma hora.

La plaza de las Tendillas y su reloj de aguijado rasgueo.

Los Adarves, de embrujada luna e hilaridad de fuentes.

El trigo en temblor.

La sonrisa de Baco.

La miel de unos ojos…

Espacios y tiempos, adheridos a la luz y al goce,

que buscan como final reconocerse en la ceniza.

 

Balancea el almanaque en la pared

desgranando su hoja caduca.


(Notas de arpa en vuelo, Perea Ediciones, 2018)

ESTACIÓN DE ORIGEN (ANDÉN 2)

                                                             ¡Oh gran río, gran rey de Andalucía, 

                                                     De arenas nobles, ya que no doradas! 

                                                                                              Góngora 



En grises entornos se acoge la ciudad

resignada a la lluvia, al empuje del viento

corneando los árboles, los paneles de anuncios.

Por aceras peatones, espectros huidizos.

Tú otro más, que no huye del agua

sino de sí mismo.

¿Por qué caminas con tanta vaciedad

que desconoces los puntos cardinales?

¿Qué palabras han herido tu sosiego?

Errante Caín, detente:

no has matado a nadie.

    Borrosas siluetas de peatones

tras el ventanal de la cafetería.

El pizarrín de un dedo índice

desvirga la luna empañada

caligrafiando un yo grandioso.

No puedes reprimir

—mientras los cafés, engreídos,

vahean en los veladores—

que tu mirada serpentee

por el vidrio y esboce un yo minúsculo.

El que desde la ventana observa pasar y pasar

el Guadalquivir bajo el puente romano,

grave y erguido hacia la inmensidad, arrastrando florilegios,

el tembloroso quousque tandem abutere,

las notas del armónium, los cánticos y rezos.

    El que tantas veces a horcajadas

huye en sus lomos,

y en patios y en pasillos queda un algo.

Para unos, un silencio;

para otros, una sombra.


El silencio de una sombra bajo la mirada del Arcángel.


(Notas de arpa en vuelo, Perea Ediciones, 2018)



ESTACIÓN DE ORIGEN (ANDÉN 1)

 

                   

                                          que se me pegue la lengua al paladar

                              si no me acuerdo de ti.

                                                                Salmo 136

 

De tantas formas y en tantos momentos

llegas, Ciudad del Agua.

Hoy desovillándome hasta el fin,

hasta el cono, eje medular

donde está la imprimación, la desnudez más absoluta.

Un rastro de imágenes, de olores, de sonidos…:

tañer de campanas, que doblan o repican,

monocordes quejas de telares,

en un límpido entorno de concierto hallado

con casas en inmanente vuelo —cal que se ciñe a la altura—,

con faros al mar en lejanía, tras sierras y estribaciones,

que principia uno de sus caminos en bocas de manantiales

—de la Salud y del Rey,

Duende de la Milana, Fontanal…—.

Agua peregrina que va descuajando

silencios de huertos

y por rutas y afluencias

agota su existir en la llegada a la inmensidad.

 

Me dejas, Ciudad del Agua,

un tul de orfandad, de ensoñaciones,

con vahos de ternura.

Sustancia primigenia que me sigue.

 

Y soy niño

que dormita sin las palabras

de la mamá, sin su tacto en la frente,

 

y emigrante

que exprime su sentir

en la agitación del pañuelo

al despertar de motores

o en el abrazo de guillotina

al silbido del tren,

 

y cerezo

que cierra sus ojos de nieve al afilado besar del hacha.  


(Notas de arpa en vuelo, Perea Ediciones, 2018)


MÁGICA LUZ

 

 

                                              El exilio (interior, exterior) será una palabra clave de

                                 este  decenio. Sabés, es probable  que  alguien  tache

                                 esta  frase.  Pero  quien  lo haga  debería  pensar  que

                                 acaso él  también sea, de alguna  extraña  manera, un

                                 exiliado  del  país  real.

                                 Primavera con una  esquina rota, M. Benedetti.

 

Mágica luz,

amanecida en confusos volúmenes,

que logras aflorar sutiles tonos

de la oscura afluencia de verdes,

el níveo cuerpo de las casas

con claridad colgante de balcones,

 

recobra los sombríos aposentos

donde la pátina,

por sillas y mesas, por lomos de armarios,

usurpa ya cornucopias de espejos,

donde dan los relojes las horas muertas

y las cortinas pactan con el luto,

donde los pensamientos se nutren de desidia

y la esperanza pilota sin rumbo. 

 

Mágica luz,

muta por hilillos de consuelo

los carámbanos de los ojos. 

Bruñe la dignidad. Perdura siempre.    


(Notas de arpa en vuelo, Perea Ediciones, 2018)

EL RETORNO


 

                                                                ¿Adónde va esa mujer,
                                                 arrastrándose por la acera,
                                                 ahora que ya es casi de noche,
                                                 con la alcuza en la mano?

                                                                    Dámaso Alonso

                                                                          

Esa viejecita que llevaba la alcuza en la mano

sube hoy la calle apoyando en el bastón su debilidad.

Conoce el preludio mortecino

de los buitres que danzan en el cielo,

el graznar de los grajos que empuja al festín,

la alteración de los perros que acechan en las esquinas.

 

Sin casa que la acoja, ¿dónde finalizarán sus pasos?

¿Cómo llamarla sin saber su nombre?

Sin nunca haberlo oído, ¿cómo detenerse?

 

Pocas las vibraciones de la cuerda,

desgastada,

elevándose al crepúsculo desde campos de ortigas.

Pasó arrastrando su debilidad.

Pasa sin rendirse sosteniéndola en el bastón.

Pasará con ella, tal vez de forma diferente.

Y las oscuras aves en planeo oteando. 


(Notas de arpa en vuelo, Perea Ediciones, 2018)

EL VIOLINISTA CALLEJERO

  No desdeña ningún espacio el violinista callejero. Hoy, sentado en su taburete, realza una modesta esquina, como también en otra...